Las ardillas desempeñan un papel fundamental para mantener el equilibrio en diversos ecosistemas, ya que dispersan semillas que germinan y florecen, contribuyendo así a la resiliencia de la vegetación. Sin embargo, esta especie enfrenta riesgos como la fragmentación de su hábitat o el cautiverio por mascotismo. Por esta razón, desde el año 2001, se estableció el 21 de enero como el Día de la Ardilla, con el objetivo de concientizar sobre la importancia de preservar esta especie.
En la actualidad, se calcula que existen alrededor de 300 subespecies de ardillas en todo el mundo, distribuidas en todos los continentes, a excepción de Oceanía y la Antártida. En Colombia, es común encontrar estas especies en bosques tropicales, subtropicales y templados, con preferencia por áreas cercanas a cuerpos de agua, así como en cultivos, zonas suburbanas y urbanas, en altitudes que oscilan entre 0 y 3000 metros. En Bogotá, se han identificado alrededor de 30 subespecies, principalmente en humedales, zonas rurales y espacios boscosos de los cerros orientales.
Debido a los riesgos que enfrentan las ardillas, como la fragmentación de su hábitat o el mascotismo, se han adoptado medidas necesarias para garantizar la protección de esta especie. En este sentido, es destacable la labor del Instituto Distrital de Protección y Bienestar Animal – IDPYBA, que ha contribuido a la conservación de este animal mediante procesos de rehabilitación de especies en cautiverio y su reubicación en territorios, con espacios adecuados para su acondicionamiento previo a ser liberadas en sus hábitats naturales.
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